La semana pasada hablé sobre Catalina, mi Némesis, y la mayor parte de los comentarios que me llegaron se refería a lo mala que era la envidia y a que es un sentimiento que deberíamos desterrar de nuestro corazón.
Concuerdo en que la envidia es un sentimiento que puede causarnos mucho daño, pero no creo que tengamos que evitar sentirla. Creo que la envidia es una emoción natural en el ser humano y que todo depende de que la canalicemos de buena manera. Yo creo que todos alguna vez hemos sentido envidia, aunque la hayamos desechado rápidamente del corazón, simplemente porque somos seres humanos y estamos lejos de la perfección y la santidad.
Lo que pasa es que desde chicos nos enseñaron que hay emociones “malas” que no deberían sentirse, como el miedo, la envidia o el odio. Pero que sin embargo casi todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas.
En los niños es mucho más natural: ¿quién no envidió los regalos del hermano, o de la vecinita de enfrente, o del compañero de banco en el colegio? ¿Quién no envidió a los niñitos que salían en los comerciales de juguetes en la tele? ¿Quién no envidió a la compañera de curso que era la regalona de la profesora?
Y de más grande, ¿acaso no nos hemos preguntado por qué tal chica consigue mejores partidos que nosotras? ¿Por qué a ella los chicos la sacan a bailar o le conversan y a nosotras no? ¿Por qué tal compañero tiene mejores notas si sabe menos que yo? ¿Por qué ese tipo, que tiene una formación similar a la mía, consigue un mejor trabajo?
Hay veces que incluso la envidia puede convivir con los buenos deseos. Recuerdo cuando recién comencé en el mundo laboral y me costó mucho ser seleccionada por una empresa. A una de las que entonces era una de mis mejores amigas en la Universidad no le costó nada. Cuando me contó me invadió una mezcla de sentimientos: por un lado me sentía muy contenta por ella, la felicité y le deseé lo mejor de todo corazón. Pero por otro sentía que quizás yo (que también había postulado) me lo merecía más por todo lo que me había esforzado. Y la envidié por eso. Un poco, pero lo hice.
Y entonces quise demostrarme a mí misma (y de paso al resto) que yo también podía y puse mi mejor esfuerzo en ello. Entonces me dijeron que eso era una especie de “envidia sana” porque yo seguía queriendo a mi amiga, deseándole lo mejor y a mi me había servido para ponerle más empeño. Pero yo pienso que la envidia es una sola.
Lo que me diferencia de la mina que por envidia le levanta el pololo a sus amigas o el idiota que por envidia le raya el auto al vecino porque es mejor que el propio, es que yo no voy con mala leche porque sé que el otro no tiene la culpa. Lo que me da envidia es el hecho, no la persona. Pero el sentimiento es el mismo.
La envidia, al igual que el amor, es una sola. Somos nosotros los que debemos aprender a manejarla bien. Incluso el amor puede convertirse en un horror si no sabemos manejarlo: los amores malos, enfermizos, dañinos, es convertir lo que debería ser el paraíso en el infierno, las nubes en campos de ortigas. Y sin embargo, no por eso vamos a decir que el amor es malo. El amor sigue siendo la emoción más maravillosa del mundo.
Para mí, tener una Némesis es una forma de canalizar esa envidia, enfocar todo mi deseo de ser mejor, de dar lo mejor de mí misma en una competencia que ocurre sólo en mi cabeza. Mi Némesis ni siquiera sabe que la envidio (y no creo que le importe), pero su mera existencia me permite disfrutar cada pequeño triunfo: si le gano un proyecto a ella, lo celebro. Cuando algunos de mis colegas dicen que prefieren trabajar conmigo, me río maquiavélicamente de ella. E incluso cuando siento que hice un mejor trabajo que ella, aunque no sea reconocido, me siento mejor conmigo misma.
Quizás algún día, tal como pasa en las películas, me haga amiga de Catalina y le cuente todos estos rollos. Puede ser que algún día deje de ser mi Némesis y se convierta en mi compañera. Mientras tanto, la seguiré envidiando y lucharé como si ella fuera el Correcaminos y yo el Coyote.
18 de Marzo
Hace 8 meses
13 comentarios:
creo q es como los celos,, si es algo pequeño,, pues no importa,, pero si no se controlan,, alli si hay problemas,,,
pero eso d la envidia es relativo,,, porque puedes sentir envidia por algo d la otra persona, y esta puede sentirla por ti,, por algo q es mas importante ,,,,
saludos,,,
Anaís! como estas??
Me gustaria hablar contigo... Si te parece mi mail es sleivargas@hotmail.com
Un abrazo!
No está mal tener un acicate en la vida, en el trabajo, el decir "tú no me pisas". Si no tenemos retos nuestra existencia se vuelve monótona, repetitiva.
La mala leche tiene muy mala prensa, pero sacarla cuando es necesaria es imprescindible, si no nos comen.
Cuídate mucho y hasta pronto.
Saludos
Anaís, me ha gustado mucho tu exposición de lo que es la envidia, y sinceramente concuerdo bastante contigo, la envidia es envidia, lo que pasa que aunque todos en algún momento la sintamos, lo que diferencia a unos y otros es lo que hacemos con ella.
Si la envidia te lleva a destruir, hacer daño entonces la envidia es dañina, si sólo la sientes, te fastidia pero no haces más que eso sentirla y cómo mucho en tu círculo comentarla entonces diriamos es la envidia sana...
Como bien dices es como el amor,celos....pero cómo hay muchos tipos de amor y de celos, hay muchos tipos de envidia...
Lo que pasa es que cuando pensamos en envidia nos viene a la cabeza todo lo malo que hace alguna gente cuando la siente..
Yo creo todos hemos sentido envidia,todo ser humano como imperfecto que es y aunque lo sea más que otro siempre puede tener un némesis cómo tu dices...
Espero solucione sel tuyo, seguro que al final no es para tanto porque la envidia también nos hace idealizar a quién se la tenemos..
Un beso preciosa.
Ay, linda. Tienes razón, la envidia sana no existe. Y todos envidiamos algo, desde la bonita relación entre dos hermanos, pasando por el talento de una gimnasta olímpica y llegando a la paciencia de una amiga con su hijo.
Yo fui la némesis de mi hermana por años y mis intentos por equilibrar la situación fueron para peor. Pero es cierto, ella me envidiaba cosas que yo ni siquiera me había dado cuenta que tenía. Por ejemplo, siempre admiré su buen gusto y cuidado para vestir y ella odiaba que me vistiera en 5 min. con lo primero que encontraba y que nadie me dijera que andaba mal combinada. (Excepto ella claro; los demás ya sabían que "yo era así")
Creo que la consigna es competir por ganarle a tu némesis, pero sin perderte a ti misma en el proceso.
¡Gusto en conocerte!
ufff...la envidia es peligrosa! pero tu al menos lo reconoces, y si es asi, te aseguro que jamás atentarías contra ella.
Saludos
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Bravo!
Yo tampoco creo que existan malas emociones, claro que hay que saber controlarlas para no convertirse en un sicópata, pero mucho menos hay que reprimirlas! Nadie nació siendo mejor que el resto.
Un abrazo y qué bueno leerte de nuevo, créeme que esa Catalina tiene la pista bastante difícil.
Saludos!
Webero: cualquier emoción descontrolada nos trae problemas. Por eso es bueno tratar de ser conscientes de nuestros actos. Gracias por pasar.
San: ¡hecho! Acabo de ver tu respuesta a sí que te contesto ahora mismo. Muchas gracias y besos gigantes :)
J. Carlos: mala leche nunca, pero competitiva siempre... jeje. Un abrazo para ti.
Mari Carmen: yo creo que también depende mucho del temperamento de cada uno. Yo soy muy competitiva entonces, seguramente, soy más “propensa” a este tipo de emociones. ¡Un abrazo!
Moni: qué bueno que compartas mi punto de vista y me gusta cómo lo desarrollas. Nunca había pensado que envidiar a alguien es idealizarlo, admirarlo en cierta forma.
Laura: gracias por darme la visión desde la otra orilla... Yo nunca he sido la Némesis de nadie (creo... jeje).
Kuky: creo que más peligrosa que la envidia es la persona.
Ex: concuerdo contigo. Son ese tipo de cosas que uno debe aprender a controlar en la niñez, para poder llegar a ser un adulto completo. Claro que no a todos les resulta...
lo explicas muy bien..
la envidia es una sola...y somos nosotros quienes la moldeamos de acuerdo a lo que alberga nuestro interior...
encantada de pasearme pro tus letras...
saludos desde eespaña...¡¡
:-)
Me he quedado pensando largo rato en este tema y no quiero sonar mejor ni peor que nadie pero de acuerdo a lo que me has tocado vivir, lamentablemente, siempre he sido yo la víctima de la envidia de mis cercanos, pero la que más me entristece es la que ha tenido toda la vida mi hermana menor por mi.
Es triste ese sentimiento.
No recuerdo haber sentido envidia.
Si, a veces me pregunto por qué no logro obtener ciertas pequeñas cosas que pareciera que a otros les son más faciles, pero he llegado a la conclusión que el problema lo tengo yo y esas personas no tiene porque ser víctimas de mi envidia, no es su culpa.
No se, me fuí en la volá.. Hoy amanecí medio tristona...
Saludos
Sandra
La dura, Anaís, y no es por dármelas de santa (porque estoy más lejos que la xuxa de eso), es que no cacho la dinámica de la envidia. Me dan como lo mismo las competencias. Ya es lo suficientemente difícil la vidad de uno como pa ponerse a mirar la del lado y competir! ¿no hai pensado en esa cuhtión? jijiji.
Igual super sabia tu frase y conozco un par a quienes se las voy a decir a ver si me pescan más que con mis profundosas ideas sobre la "invidia": Lo que me da envidia es el hecho, no la persona.
Al menos, suena un poco menos pior.
Cuídese de las caídas del orgullo... se lo dice la reina de las caídas!!! guajaja
Ŧirє: gracias por tu comentario :). Saludos a través del océano para tí también.
Sandra: no, no te pongas tristona que la vida es bella :)
Bueno, a mi también me tocó conocer el otro lado de la moneda, cuando fui envidiada por pololear con Julián y cuando se hace de mala fe es una mala experiencia.
Sabina: jajajaja... si, siempre me han dicho que soy una persona muy competitiva, debe tener que ver con mi temperamento. Saludos.